Vida Pública: La red que cambió al periodismo Christian Zamora

    El 4 de febrero del 2004 Facebook cambió al planeta y también, para siempre, al periodismo.

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    El 4 de febrero del 2004 Facebook cambió al planeta y también, para siempre, al periodismo. 

    Al menos en Guerrero, desafortunadamente, al nuevo canal de comunicación lo convirtieron poco a poco en un cáncer que ha hecho metástasis en el considerado por Gabriel García Márquez como el mejor oficio del mundo. 

     

    La crítica, aunque dura, no deja de ser real. 

    18 años después de su aparición y de ser la red social más influyente en la historia de la humanidad, ahora se ha transformado en una herramienta de sobrevivencia para muchos que no encontraban camino. Con el teléfono en la mano personas dedicadas a diversas actividades, muy alejadas de las aulas universitarias o la experiencia laboral, emergieron de la nada autocalificándose como “periodistas”.

    Y entonces el medio mutó, porque pasamos de los reporteros de antaño, los que se formaban en la batalla, en las calles, en los cafés, en las cantinas, en el corazón de las redacciones; los que escribían, los que conocían la diferencia de géneros periodísticos, los que aprendían, los que enseñaban, los que te ilustraban sucesos con una crónica, los que esperaban horas y horas por una nota, vaya pues, los que vivían en carne propia la noticia, a los que hoy únicamente saben “transmitir en vivo” y cobrar. 

    Pasaron los años y el fenómeno se extendió, no hay una sola región de las siete que tiene el Estado que escape de esto, lo he recorrido y lo he vivido. Duele decirlo, pero la prensa se ha contaminado. El problema ya es un barril sin fondo y los culpables somos todos. Los que escudados en la libertad de expresión y la nobleza del oficio amedrentan, gritan y exigen prebendas por sólo acudir a un evento y los que acceden a ello. 

    La solución para muchos, en la teoría, es sumamente fácil; la realidad es que en la praxis es más compleja. El día que los funcionarios, políticos, figuras públicas y jefes de prensa cierren la llave, no acepten extorsiones encubiertas y no teman al golpeteo, muchos se alejarán; mientras no lo hagan seguirán contándose por cientos los nuevos dueños de medios digitales sin seguidores, pero sobre todo sin trascendencia. La otra opción se llama CAPACITAR.   

    El maestro Miguel Ángel Granados Chapa lo ilustraba perfecto: “La misión social (del periodismo) es la comunicación con la gente, el público y los lectores.” La frase se explica sola: si no hay interacción con la gente, no hay público y no hay lectores, entonces NO HAY PERIODISMO sino, solamente, simulación. 

    En la otra cara de la moneda están algunos que se ofertan como “puristas”, críticos, analistas, los que creen saberlo todo, los que hacen periodismo militante pero que un día son de izquierda y otro día de derecha; séamos sinceros, ellos no son militantes de nada, sólo son militantes del poder y del dinero.

    El 4 de enero de cada año se celebra en nuestro país el Día del Periodista, en honor al aniversario luctuoso de Manuel Caballero, periodista jalisciense de la etapa porfirista a quienes muchos consideran padre del arte de reportear.

    A los reporteros desplazados por la violencia, a los profesionales de los medios de comunicación en todos sus ámbitos, a los que salen a la calle todos los días y llevan en sus venas la pasión por informar, a quienes nunca dejan de aprender e innovar: mi respeto, mi solidaridad y mi reconocimiento eterno.

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