Sobre estadistas, gobernantes y politiqueros

    Hoy en día los políticos, gobernantes, legisladores y partidos políticos son de escaparate.

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    Por Baltasar Hernández Gómez.

    Alejandro Magno, Julio César y todos los personajes famosos en la historia de la humanidad, fueran militares, estadistas y políticos, hombres y mujeres del pasado, afrontaban sus circunstancias y a sus adversarios, estando en primera fila de sus ejércitos y su entorno social.

    Iban a caballo o a pie o subían a tribunas…Si ganaban lo hacían por su actitud y capacidades, lo que los volvía personas admirables y de respeto. Si perdían, no sólo lo hacían en términos de reputación, ya que iba de por medio la vida misma.

    No había disculpas ni elecciones, ni consultas ni marketing para reposicionarlos…Todo era acción y resultados.

    Más allá de los conceptos éticos, morales o las ambiciones de poder prevalecientes en su época, lo que se conoce de ellos y su legado es que dichos personajes se entregaban con todo a sus cometidos.

    Hoy en día los políticos, gobernantes, legisladores y partidos políticos son de escaparate. Presumen ideología, promesas, se desgarran vestiduras y se presentan como próceres de la justicia, la democracia y el desarrollo, pero al conquistar las batallas del voto se desvanecen, cambian de actitud y buscan sus intereses, dejando a un lado los supuestos fundamentos que los llevaron a un sitio de autoridad suprema.

    En la actualidad nadie defiende a capa y espada sus principios y valores, mucho menos a la ciudadanía y tampoco ofrece la vida por nada, porque primero es su vida, la de sus familiares y amistades…Al último, siempre al último, está la ciudadanía que los llevó al ejercicio del poder.

    Si fallan se esconden por un tiempo para disfrutar las “mieles” de lo recaudado en la función pública, se lamen heridas y curan sus irresponsabilidades, teniendo la osadía de reaparecer cuando sienten que la memoria social se disipa.

    Por lo mismo, la ciudadanía debemos concientizar, debatir y participar en la vida social y no volver a elegir a la perversidad disfrazada de rostros afables, vestimentas pulcras, palabras ilusorias, colores y trazos llamativos.

    ¿Se puede? Claro que Sí, basta actuar de lo simple a lo complejo…Desde la casa, el trabajo, la escuela, las plazas públicas, reuniones sociales, profesionales y políticas…En todas y cada una de las esferas de actuación donde nos desenvolvemos.

    * Para profundizar al respecto recomiendo la lectura de la obra “Del arte de la guerra” (Dell’arte della guerra) de Nicolás Maquiavelo***

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