Los deseos de la presidente de Acapulco

    Abelina López Rodríguez cree que las circunstancias de miseria en servicios públicos e inseguridad pública quedarán borradas de golpe y porrazo y que el próximo año será de bonanza y elogios a su persona.

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    Por Baltasar Hernández Gómez.

    En la vibración ilusoria de paz, amor y armonía de las festividades de fin de año, que es uno de los disfraces más impactante del consumismo materialista, Abelina López Rodríguez, presidente de Acapulco, intenta esconder bajo el tapete de la temporada Guadalupe-Reyes su actitud no empática, pero sobre todo sus incapacidades para estructurar un gobierno de altura donde las ocurrencias no sean el común denominador para paliar la falta de voluntad política y carencias técnicas para administrar el destino de más de un millón de habitantes.

    En su visión cortoplacista Acapulco tiene continuar siendo un sitio turístico obligado de visitantes nacionales, así porque sí. Si el gobierno de México, con el que comparte colores partidistas, intereses e insuficiencias, le notifica alerta de playas contaminadas, lo mínimo que debió hacer es someter a tratamientos inmediatos a las playas señaladas como puntos rojos para recibir adecuadamente a viajeros de fin de año.

    Sin embargo, la respuesta de la oaxaqueña avecindada en Acapulco fue la misma que emite el Ejecutivo federal cuando no está de acuerdo con algo: “ella no tiene los mismos datos”, confiando en la divina providencia y en su personalidad pendenciera para invitar a propios y extraños a zambullirse en las aguas de la bahía porque sencillamente no hay nada qué temer. 

    Afortunadamente no cayó en el teatro de haberse introducido al agua marina como lo hizo el gobernador de facto, Félix Salgado Macedonio, padre de la gobernadora legalizada por las instituciones electorales y el Congreso del estado de Guerrero, Evelyn Salgado Pineda, con la finalidad de demostrar que ella ni nadie pueden enfermarse por estar en contacto con partículas de heces fecales.

    Con arreglos de fin de año de pésimo gusto, reparto de enseres y juguetes a la niñez de albergues y familias en condición de pobreza y pobreza extrema, así como anuncios de “esperanza” transmitidos por medios de comunicación digitales y plataformas de internet para recibir 2022, Abelina López Rodríguez cree que las circunstancias de miseria en servicios públicos e inseguridad pública quedarán borradas de golpe y porrazo y que el próximo año será de bonanza y elogios a su persona y gestión.

    Nada más equívoco resulta dejarse embelesar por el canto de sirenas costeñas, indígenas y calentanas que le repiten que contará con el apoyo de los gobiernos estatal y federal, pues más allá de ello, no tiene idea de cómo estructurar un gabinete unido y profesional para resolver el cúmulo de problemas en materia de agua potable, recaudación de recursos, programación y ejecución de obras inconclusas y venideras, drenaje, estímulos a los sectores sociales y productivos, recolección y depósito final de desechos sólidos e hídricos, así como lo referente al consenso y trabajo armónico con las fuerzas políticas. 

    Abelina López parece estar dejando a un lado que en su espalda trae cargando otras fuerzas, las fácticas que están siendo controladas desde la CdMx y Chilpancingo.

    Abelina, la tan mencionada Abelina, debe sentarse a actuar con un diagnóstico claro y preciso para planificar lo que debe realizarse de aquí al 2024 sin que sea títere de las proyecciones de su partido ni de los intereses regionales. No se trata ya sólo de enjuiciar a su predecesora por corrupción y haber dejado una administración en quiebra y al municipio colapsado, sino de establecer rutas efectivas de gestión.

    No puede repetir inercias ni co-dependencias para buscar como únicos remedios los apoyos fiscales y/o endeudamientos bancarios para tratar de remediar los conflictos domésticos.

    Es el tiempo exacto para que la Sra. Abelina se baje del escenario híbrido de la Guelaguetza y solucione la problemática de Acapulco sin recurrir a la parafernalia, a los ataques en redes y a las posturas hoscas contra quienes no comulgan con sus negligencias mimetizadas en quejas por lo que no se hizo en el pasado. Es hora de trabajar.

    Tiene poco más de 2 años para recomponer el rumbo y darle a los acapulqueños lo que tanto prometió en campaña y lo que han venido exponiendo la gobernadora y el presidente de la República. Ojalá que así sea.

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