La impunidad y la complicidad gubernamental

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Columna: Al Día – Cortesía de Marcial Campuzano

La frase nuevos gobiernos nuevos ricos, se ha hecho muy popular en México, y ello se debe a que históricamente ninguno de los tres órdenes de gobierno ha actuado con contundencia para combatir y castigar el desvío de recursos públicos y actos de corrupción en el ejercicio de la función pública. En el ámbito internacional, México es uno de los países que cuenta con leyes de excelencia en muchos temas, lo malo y grave es que no se cumplen, pero más grave aún es que quienes gobiernan las violan, las pisotean y para taparle el ojo al macho, como coloquialmente se dice, son los principales promotores de nuevas normas disque para combatir la corrupción y dar mayor transparencia al uso del dinero público.

A partir del 2011, en Guerrero la Auditoría General del Estado presentó 38 denuncias penales ante la desaparecida Procuraduría General de Justicia del Estado de Guerrero, ahora Fiscalía General del Estado, en contra del mismo número de ex presidentes municipales por no presentar cuentas públicas, que en global ampara la no comprobación de más de tres mil millones de pesos, y a 15 años nada ha ocurrido, y los presidentes municipales señalados andan como si nada.

Un número importante de las denuncias fueron presentadas por el ex titular de la Auditoría General del Estado, Ignacio Rendón Romero, quien con las facultades que le concedió la ley, sólo se limitó a iniciar procedimientos administrativos que dieron lugar a la inhabilitación de ex alcaldes, ex síndicos, ex tesoreros y secretarios de Finanzas y de ex directores de Obras Públicas municipales por ser los directamente responsables del manejo y aplicación del dinero, y la no presentación de las cuentas públicas en las que debieron comprobar los gastos efectuados.

Hay en Guerrero ex presidentes municipales que no comprobaron los recursos públicos que ejercieron de más de un año de ejercicio constitucional, con lo que quedó sembrada la duda de si el dinero público fue bien aplicado, o si contribuyó para que en el estado surgieran nuevos ricos.

Tres mil millones de pesos no comprobados destinados a municipios sumidos en la pobreza y en la marginación es más que un crimen, pero es mucho más ofensivo y delicado que las autoridades responsables de aplicar la ley, y de obligar a los ex servidores públicos a solventar los gastos no cumplieron su responsabilidad, y archivaron las denuncias fomentando la impunidad para aplicar la tradicional frase de Aquí no pasa nada.

En el ámbito federal, el titular de la Auditoría Superior de la Federal, Juan Manuel Portal, dio a conocer que en los últimos 16 años esa institución ha presentado ante la Procuraduría General de la República 270 denuncias en contra de servidores públicos por la presunta comisión de hechos delictivos, y hasta esta fecha la PGR no ha efectuado ninguna detención.

De ese gran total de denuncias 54 corresponden al gobierno de Veracruz, las cuales fueron presentadas a partir del 2014 por presuntas irregularidades financieras detectadas en las cuentas públicas. En ese entonces el gobernador de ese estado era Javier Duarte, y la autoridad federal nada hizo al respecto, seguramente por el velo protector y de impunidad que caracteriza al sistema político mexicano.

A diferencia de los ex alcaldes de Guerrero, para quienes con seguridad ya se aplicó el llamado borrón y cuenta nueva, el ex gobernador de Veracruz Javier Duarte anda a salto de mata, y hasta ahora no se tienen noticias sobre las acciones que se hacen para capturarlo, a pesar del escandaloso déficit en que dejó al gobierno con millonarias deudas a ayuntamientos y a empresas diversas, y presuntos actos de corrupción cometidos durante su administración.

De qué sirve que México presuma y presuma mucho al interior y al exterior del país de crear nuevas leyes para combatir la corrupción y la opacidad en el ejercicio del dinero público, si no se actúa y no se aplica la ley para poner claros ejemplos y mandar la señal de que las cosas cambiarán, pero insisto: estamos en México el país de la impunidad en donde no pasa nada, y en donde robar mucho no se dice, pero cuenta mucho.